Grito Vacío
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viernes, 26 de junio de 2015

Capítulo 2: Vacío e innombrable ( II )

-¿Está Natalia?...

El guardia estaba zarandeándome. Solo había sido un sueño.

-Han venido a por ti. Sentimos las molestias.

-… ¡Frank! Hemos venido a por ti.

- (susurros)

-Sí, ve y ayúdale a levantarse. Solo han pasado dos días. Ve y no me hagas repetírtelo.

Era la tía Marian y una sombra detrás de ella. Era Natalia. Me miraba con lástima. No soporto que me miren con lástima. Solté un soplido, la miré con ira. Me levanté sin ayuda. Mi orgullo me mantenía de pie. Fui donde me llevaba el guardia. Me dieron una bandeja con mis objetos personales. Me giré hacia tía Marian.

-Ya debes saber que pasó…

-Sí. No tienes de que preocuparte, -la miré escéptico- es cierto, hace dos días encontraron la cabeza de ese tipo en el río. El cuerpo no lo han encontrado.

-Oh…

Me dejó descolocado. Miré a Natalia con dureza. No dije nada más hasta que llegué a casa. Allí aún estaba mi café, al lado del portátil y mis papeles. Ya no iba a necesitar esas hojas. Pero en el pasillo aún habían rastros de sangre reseca, mía sobretodo. Me detuve al vislumbrar la pistola entre los pliegues de la cama de Natalia. Ella estaba detrás de mí. Pasó por mi lado y me agarró de la mano. Me llevó de nuevo al comedor. La seguí.

-Siento que te golpearan… No…

-Cállate y no me vengas ahora con lástima. Tengo el brazo jodido, –estallé de pronto, por el dolor de mi brazo aún roto y el cansancio- te dije nada de problemas.

-Ya he hablado con Marian.

-¿Y…? –la miraba con fijeza. No me sostuvo mucho la mirada-.

-Dijo que debías ser tú quien tuviese la última palabra, -levantó su rostro y me miró fijamente a los ojos. Tenía enfrente a mí una elección importante. No me sostuvo la mirada mucho más rato- lo siento.

En mis manos estaba la decisión. No me gustaba su carácter, su tono. No quiero que me molesten. No quiero estorbos. La miré a los ojos y vi un brillo Olía a historia y tal vez por mi demencia  o que Dios se sentía un poco cabrón.

-Tráeme una cerveza fría, un paquete de RAW y unos filtros. Voy a darte una oportunidad a cambio de tu historia. Y date prisa. ¡Va, corre!

-¿Raw?

-Tabaco. Había un estanco en la calle de ahí detrás.


Me senté en el sillón miré por el balcón. Las calles y el cielo tenían el brillar metálico. Los vientos traían consigo la tormenta. Me daba igual. Con un poco de suerte habría encontrado un filón de oro. 

domingo, 7 de junio de 2015

Capítulo 2: Vacío e innombrable ( I )

“Dice ser el más fuerte, dice ser el más inteligente. No tiene miedo, ser invencible. Pero yo solo veo a otro hombre con miedo a la muerte.”
              
Me dolían los brazos, las piernas y creía que mi cabeza estaba colgando. Me sentía como una muñeca de trapo. Tuve un sueño, no sabría si llamarla una pesadilla. Recuerdo que estaba una sombra en una caja de cartón. Estaba la sombra triste sentada y observaba el infinito. No tenía ojos, lo recuerdo pero lo que creo que era su rostro me miró y sentí un escalofrío. Sentí miedo y asco por aquella sombra tan insignificante. Tan pequeña y quebradiza, pero aun así me hacía temblar. Su forma de mirar me partía el corazón. Me hacía llorar como un niño que no encuentra a su madre. Me hacía sentir insignificante. Me hacía sentir, que yo no debía estar allí.

Y de pronto abrí los ojos. Estaba en un calabozo. Un hombre con bata blanca bajaba por las escaleras. Me observaba.

-Hola, señor… ¿Muñóz? Debería poder escucharme. Si es así, cierre los ojos dos veces.

Me di cuenta que tenía el cuerpo paralizado. Esperé.

-Sé que usted está despierto. Lo sé muy bien. Así que escúcheme, deberá tomarse los medicamentos que he dejado a su izquierda. Tómelos cuando pueda. Y que el guardia no lo sepa. Nos han dado órdenes de no suministrar medicamentos a los presos.

Le miré a los ojos. Unos ojos profundos y tristes, el cabello gris y una bata tan blanca que parecía tener luz propia. Tenía un rostro afable, pero me descolocó su sonrisa. Conmovió mi corazón.
 
-Pareces joven –se encendió un cigarrillo, aspiró el humo como escogiendo las palabras y se decidió-. Antes, nosotros curábamos a cualquiera. Los que estudiamos para esto, queríamos salvar vidas. Pero desde el Cambio… todo se fue al garete. Una lástima. Tantos medicamentos que se tiran y tanta gente muriendo porque no los puede adquirir… Lo siento, estoy desvariando. Tómalo. Te sentirás mejor.


Se fue cojeando. Era alguien peculiar. Tomé como pude los medicamentos que me dejó. Me volví a acostar. Esta vez, soñé que volvía a encontrarme con Natalia el primer día que la encontré en casa. Vi perfectamente sus labios rojos, su cabello ondeando. Vi sus ojos verdes mirando por la ventana. Era como una elegante espada. Tan fría y tan mortal. Me miró y me arrodillé para besarle en la palma de su mano. Puso sus labios en mi frente y cerré los ojos. Me dejé llevar hasta que escuché una voz y el hedor a alcohol…
 

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